El pasado viernes 18 de octubre se celebró la música del Audiovisual Español. Así, con mayúsculas. Se celebró y se premió la posibilidad de reunir a los profesionales del sector, que su música pasase a partituras y se interpretase en directo, que se reconociese la importancia, el valor y la creatividad de aquellos que escriben la banda sonora de nuestras vidas. Y se hizo a través de la ceremonia de entrega de los VII Premios Musimagen del Audiovisual Español que se celebraba en la Sala Berlanga de Madrid. Un acto mágico e insólito.
Y digo mágico e insólito porque, a pesar de ser los VII Premios, era la primera vez que la gala de entrega de los mismos cobraba un carácter independiente y una personalidad propia. En las ediciones anteriores había sido apenas una voluntariosa (y agradecida) nota a pie de página de Fimucité, el Festival de música de cine de Tenerife. Pero esa tradición canaria debía superarse por muchos motivos: por logística, por identidad y porque había muchas cosas que decir y mucha música que interpretar que no cabía en el formato que tan amablemente había puesto Diego Navarro a disposición. Había que licenciarse para que la voz de los autores sonara con más fuerza.
Ana Vázquez Silva, la Presidenta de Musimagen y organizadora de estos premios, diseñó un camino que he ayudado a trazar en una edición de transición, con miras a un crecimiento sostenible pero contínuo, y que inaugura una tradición difícil de detener una vez ha comenzado. El mero hecho de haber reunido en un mismo espacio a creadores de toda la geografía nacional, haberles hecho sentir parte de una comunidad que defiende sus derechos y comparte su creatividad, es difícil de volver a silenciar.
Con la ayuda de Fundación SGAE mediante, dispusimos de una sala coqueta y de la participación del Nuevo Ensemble de Segovia dirigido por el maestro Flores Chaviano, los cuales demostraron no sólo su calidad interpretativa, sino que se lo pasaron tremendamente bien interpretando obras contrastadas y brillantes. El presentador Jimmy Barnatán se arrancó a cantar un blues con la vicepresidenta de Musimagen Mónica Menéndez al piano que hizo las delicias del público; y no faltaron los momentos emocionantes, como la entrega del premio de Socio de honor al hijo de Antonio Pérez Olea o el discurso de la propia Ana Vázquez Silva, tan sobrio como punzante en una reivindicación del colectivo y de la creación.
Los invitados fueron un retrato vivo de la industria de la música audiovisual: desde el desparpajo de Alfonso Vilallonga al recoger su premio por Robot Dreams a Vanessa Garde recordando la importancia del colectivo al recoger su premio por Mientras seas tú. Sin olvidar a Joseba Beristain, Víctor Riera, Dani Trujillo, Iván Palomares, Iván M. Lacámara… todos ellos merecidos ganadores. Y todo ello sin contar con la amplia representación del colectivo que formó parte del patio de butacas.
Convertir en realidad una celebración como esta es siempre un enorme reto logístico y un acto de fe. Mantenerla en el tiempo y hacerla crecer, un milagro guiado por la voluntad. Pero pensamos que es una celebración imprescindible para darle estructura y tejido conectivo a la industra de la música audiovisual, para establecer un lugar de diálogo y necesitado reconomiento. Y el potencial es enorme: la música que pudimos escuchar fue hermosa; el espectáculo, sobrio y digno. El público se quedó con ganas de más. Así que le daremos más.
Ojalá podamos diseñar la gala de 2025, con los ojos puestos en el 25 aniversario de la asociación Musimagen, con el formato y el impacto que el acto merece.
Quiero agradecer desde aquí a los ya mencionados, pero también al resto del magnífico equipo que participó en mayor o menor medida en el éxito del acto, con Paolo Jaré, María José Gómez, Mario Gosálvez, Manuel Ruiz del Corral, Fernando Tribiño, el equipo de Sala Berlanga capitaneado por Beatriz Escribano… disculpad si olvido a alguno. Estos son trabajos colectivos que impican a un montón de gente voluntariosa y toneladas de cariño. Gracias a todos. Nos seguimos escuchando.
