Justo antes del confinamiento que me tiene lavándome las manos más a menudo que una persona con trastorno obsesivo-compulsivo, recibí un bonito encargo de la compositora Carolina Cerezo Dávila: desplazarme a Zaragoza para realizar un trabajo audiovisual en el Auditorio de la ciudad, con motivo de un concierto muy especial.
El concierto se tituló Bodegón (Still Life) y se celebró el pasado 2 de marzo. Sus protagonistas sobre el escenario eran el grupo Enigma, que para estas ocasiones figura con el título OCAZ Enigma (Orquesta de Cámara del Auditorio de Zaragoza). La formación de estos fenómenos está compuesta por Fernando Gómez a la flauta, Emilio Ferrando al clarinete, Víctor Parra al violín y Zsolt G. Tottzer al violonchelo. La dirección del concierto corrió a cargo de la propia Carolina Cerezo.
¿Qué tenía de especial? La propuesta escénica y el papel de los intérpretes, el modo de concebir y abordar el instrumento, el propio programa entrelazado en una continuidad orgánica. Propuestas todas que conjugaban ideas contemporáneas paralelas (conceptuales, escénicas, musicales) para lanzarlas al espectador con arrojo y también cierto sentido del humor.
Con Carolina Cerezo ya había trabajado este pasado 2019 en EPOS Lab y conocía su trabajo riguroso y su talante cercano, así que no me lo pensé dos veces y me marché para allá. Fue una jornada intensísima (más de trece horas de grabaciones, fotografías, entrevistas) pero también muy amena. Me siento halagado por el hecho de que Carolina buscase fotografías menos convencionales y pensara en mí para ello.
El concierto incluyó obras de Christina Kubisch, Georges Aperghis, György Kurtág, Iannis Xenakis, Helmut Lachenmann y la propia Carolina Cerezo. Una auténtica tormenta de ideas sobre el instrumento como objeto físico, visto casi por primera vez. Con una puesta en escena que en momentos evocaba los cuadros de Rembrandt y de la escuela flamenca.
De todo ello salió una grabación íntegra del concierto, un buen puñado de imágenes y un pequeño resumen (o tráiler, como nos gustaba llamarlo), que es el vídeo que os comparto en esta ocasión. Como no hay mal que por bien no venga, he aprovechado el confinamiento para finalizarlo.
En estos trabajos el reto no es tan sólo grabar y editar un concierto: uno siempre trata de adaptarse al tono, la textura y la profundidad de la propuesta, de acompañarla estéticamente y de no generar disonancias innecesarias. En ese sentido estoy satisfecho con el resultado.
Gracias a Carolina Cerezo, a OCAZ Enigma y al Auditorio de Zaragoza por la oportunidad que me han brindado. Voy a lavarme las manos otra vez.