El pasado miércoles 17 de mayo en la Sala Manuel de Falla de SGAE fui invitado a moderar un coloquio dentro de la presentación-concierto del último álbum digital del sello NOVUS Promúsica, bajo la dirección artística Manuel Ruiz del Corral y producción de Irene Cantos.
Con el título From Leipzig to Madrid, (ya disponible en plataformas digitales) el trabajo consiste en un recopilatorio de obras para piano solo, intepretados por la pianista Noemí Teruel Serrano, que realiza un recorrido estético y geográfico con obras de Clara Schumann (Romance Varièe Op. 3), Robert Schumann (Impromptus on a Theme by Clara Schumann Op. 5) y Beatriz Arzamendi (Haurren Irudiak).
Fue un placer acudir a la charla porque conozco y aprecio a varios de los ponentes incluídos en la misma, pero especialmente porque venía del ofrecimiento de Manuel Ruiz del Corral, persona de gran calidad humana al que además valoro por la visión innovadora que aplica a los procesos artísticos.
Esta concepción transformadora, con el propósito de aprovechar al máximo las tecnologías y canales disponibles para redefinir los métodos de grabación, producción y distribución, es algo en lo que merece la pena detenerse un instante. Durante mucho tiempo, décadas ya, la industria musical ha sufrido la irrupción de nuevas tecnologías y ventanas de distribución como una amenaza al modelo de negocio. Desde RIAA se embarcaron en inútiles demandas mientras sus asociados buscaban soluciones a su modelo de negocio que, en la forma en que había sido concebido los cuarenta años anteriores, no podía continuar. La digitalización era esto.
No vamos a decir que NOVUS Promúsica ha inventado la cocacola, pero sí que ha integrado diferentes tecnologías y procesos de trabajo en un todo coherente: desde la grabación y producción en remoto, al trabajo con intérpretes emergentes, la apuesta por un repertorio contemporáneo nacional muy bien escogido, así como el conocimiento adquirido sobre los canales de distribución digital más populares. Este concepto holístico del sello es el que les ha permitido producir con calidad y admirable cadencia una serie de álbumes que incluyen a jóvenes valores como Andrés Navarro, Noemí Teruel, Juan Francisco Otón o la propia Irene Cantos.
Esto viene a corroborar que, utilizadas por las manos correctas, las nuevas tecnologías aún tienen muchas puertas que abrir, incluso en territorios tan aparentemente limítrofes como la música contemporánea. Espero que a Manuel y a Irene les siga yendo muy bien en este proyecto que está creciendo con cabeza y corazón.